Billie

Llego por caminos bien distintos a estos dos libros que quizás tendrían que deslumbrarme, pero no acaban de conseguirlo. Es cierto que encuentro frases, imágenes que me entusiasman; me esperan como peces inquietos en un estanque, salpican, pero no acaban de calar los huesos. Y en dos libros separados por varias décadas, encuentro un elemento común. Ella. Billie Holiday.

“Había rescatado de la oscuridad, quién sabe cómo, el milagro del estilo puro. Eso mismo. Solo un tonto creería que hacía falta amar a un hombre, amar a alguien, amar la vida. Su gente, la gente que la rodeaba, la temía. Y tal vez incluso a ella la avergonzara a menudo el enorme peso de su espíritu. A ella, que nunca cedió a la tentación de buscar alivio en la sensiblería”. (Elizabeth Hardwick)

“ Y cada noche iba quitándose capas y capas de vestidos hasta dejar al descubierto una semilla herida y sangrante, su corazón, su nombre secreto.” (Camila Sosa)

Entonces decido que sí, que tienen que estar aquí, porque hablan de matanzas, de matanzas de negros. De cuerpos negros que cuelgan de los árboles como frutas extrañas, quemados, retorcidos. Como los que asesinamos a los pies de las vallas que levantamos para poder seguir creyendo que somos blancos.

“Southern trees bear a strange fruit

Blood on the leaves and blood at the root

Black bodies swinging in the southern breeze

Strange fruit hanging from the poplar trees”

He dicho.

Disfruto mucho de la inteligentísima mala leche de la Didion y esta recopilación de artículos que publica Random bajo el título “Lo que quiero decir” está repleta de esa divertida mala baba que se gastaba esta diosa, maestra en retratar a los americanos. Imposible no reírse y ser cómplice de su retorcida ironía en “La guapa Nancy” (“Tiene ese hábito típico de las actrices primerizas de infundir a las frases más intranscendentes mucho más enfásis dramático del que haría falta de forma habitual en la calle 45 de Sacramento un martes por la mañana”); no emocionarse con “Por qué escribo” (“La ordenación de las palabras importa, y la ordenación que buscas la puedes encontrar en la imagen de tu mente. La imagen dicta la ordenación. La imagen dicta si esta va a ser una frase con o sin cláusulas subordinadas, si la frase va a terminar en seco o va a ir muriendo poco a poco, si va a ser larga o corta, activa o pasiva. La imagen te dice cómo has de ordenar las palabras, y la ordenación de las palabras te dice, o me dice a mí, qué está pasando en la imagen. Nota benne:

Te lo dice ella a ti.

No se lo dices tú a ella.”) y amarla profundamente por “Cuando te descarta la universidad que preferías”.

“Me pregunto si no deberíamos haber encontrado alguna forma de hacerles saber esto nuestros hijos, alguna forma de separar nuestras expectativas de la suyas, alguna forma de dejarles asimilar sus propios rechazos y sus rebeliones hurañas y sus interludios con golfistas profesionales, sin la asistencia de unos apuntadores nerviosos entre bastidores. A los diecisiete años, ya es bastante difícil averiguar cuál es tu papel en la vida para que encima te den un guion ajeno.”

Sobre el horror

Leer a Mónica Ojeda es como adentrarse en el apocalipsis. Son un extraño descubrimiento, complicado de digerir, estos ocho relatos por los que se pasean lo mágico y lo terrorífico, lo terrenal y lo místico. Son padres, madres, hijas, extrañas criaturas que se relacionan en la ferocidad y los silencios, en medio del caos, en el epicentro del horror. Lo paranormal, lo sagrado y lo pagano se mezclan en atmósferas cargadas de violencia, sangre, vísceras, emocionalidad y belleza.

“Yo comprendo la lengua de los animales, comprendo su llanto: soy un chamán. Y un hombre pequeño de las constelaciones.”

“La escritura y lo sagrado se encuentran en la sed.”

“Hay retornos más tristes que desapariciones.(…) No es normal que un padre sobreviva a su hija, que las flores brotan, que las alpacas coman juntas en la hierba y el agua sea fresca y llegue a los ríos y a las lagunas. (…) No es normal que la vida continúa después del dolor. (…) La vida es joven y yo estoy por fuera de ella.(…) No me sirven ni el amor ni la belleza.”

“<<Lo sé todo sobre los gritos>>, dijo Paula días antes del festival. <<Sé que deforman el rostro de la gente, que hacen temblar la materia, que activan una señal en la amígdala que genera el miedo y que la naturaleza del miedo es la supervivencia.>> Bárbara, sin embargo, intentó explicarle lo importante: <<Un grito es la explosión de las palabras>>, les contó. <<Cuando alguien grita, las letras se disparan sin ningún orden y atraviesan el tórax de las personas. Un grito es una emoción que se contagia como un hechizo. Un sonido es una emoción que se conjura como magia.>>”