No soy como vosotros

Una mesa, tubos, alambres. El ardor entre las piernas, en el mismo lugar por donde te acercaste al placer se posa el dolor, en forma de avalancha que lo invade todo. Annie Ernaux arranca “Los armarios vacíos” con un aborto clandestino que enfrenta a la protagonista con un miedo atávico: que sus padres tengan razón, que ella no sea mejor, que sea sólo una zorra más que se cree diferente.

Mientras aguarda a que una bola de carne y sangre viscosa acabe por deslizarse entre sus piernas, Denise Lesur rememora su infancia entre los sacos de legumbres de la tienda de su madre y los borrachos oliendo a orines del bar de su padre. De la niña que ama a unos padres que lo dan todo por ella, a la niña que, una vez en el colegio privado, comienza a descubrir la distancia que la separa de la vida de otras niñas. La fractura entre lo que quiere ser y lo que sus padres, proletarios sin cultura ni estudios, son, se transforma en una rabia que va desatándose página a página, sin tregua, sin pedir perdón. “Nunca llegaré a acumular bastantes títulos para ocultar toda la mierda, a mi familia, las risas idiotas de los borrachines, la estúpida que fui, con todos mis gestos y mis expresiones vulgares. Nunca llegaré a borrar a fuerza de cultura, de exámenes, a la hija de los Lesur de hace cinco años, de hace apenas seis meses. ¡Siempre renegaré de mí!”

La educación, la universidad, como únicas armas para escapar de su otro mundo, el de sus padres, el de los obreros suburbiales, un lodazal que la asquea y le recuerda todo aquello que no quiere ser. “

La fiesta mental no radica para mí en descubrir, sino en sentir que sigo atendiendo, que soy superior a los demás, a los que no se enteran, a las chicas de los chalet que se aprenden las clases de memoria para soltarlas después como un loro. Yo voy tejiendo mi red de conocimientos, tiro de los hilos de cada clase en todas las direcciones, visto y no visto”.

Imposible no pensar en “Regreso a Reims” donde sangra también esa herida de la ruptura social, de ese Didier Eribon atrapado también entre dos mundos aparentemente incompatibles.